<Diego Rivera
* Las lenguas con más hablantes en nuestro país son el
Náhuatl, Maya, Mixteco, Tseltal, Tsotsil y Zapoteco.
México no es uno, es una multiplicidad de pueblos que
poseen su propio territorio y maneras particulares de entender y estar en el
mundo. Estos pueblos se organizan de manera comunitaria y tienen sus propias
prácticas educativas, pero sobre todo poseen y ejercen conocimientos y saberes
que los caracterizan y los identifican.
Medicina, valores, tradiciones, música, rituales,
historias, mitos; cada uno de ellos son elementos de una cosmogonía que los
entrelaza, los hace tomar forma, sentido y permanecer en las generaciones
posteriores por medio de la lengua.
Cada pueblo originario tiene su lengua y con ello su
propia identidad y su propia historia. Los pueblos indígenas en México no son
homogéneos, sino diversos y complejos.
No obstante, los pueblos indígenas se enfrentan, entre
otras adversidades, a la extinción de sus lenguas. Éstas se resisten a ser
olvidadas y en medio de ese proceso, algunas palabras, por su peso y su
historia, pasan a formar parte de los códigos cotidianos de los no hablantes de
las lenguas originarias.
Estas son reminiscencias de palabras cuyo origen se
haya en algunas lenguas indígenas y que hoy forman parte de nuestra
cotidianidad.
Pibil: Comúnmente utilizamos este adjetivo para
referirnos a una forma de preparación de la carne en un platillo de origen
yucateco. El nombre de este alimento proviene del Maya “Pib”, nombre que
recibían los hornos de tierra y cuyo significado puede ser “debajo de la
tierra” u “horneado bajo tierra”.
Tianguis: Esta palabra de uso popular para referirse a
los mercados ambulantes proviene del Náhuatl “Tianquiz(tli)”, que significa
“mercado”. Los tianguis, tal como los conocemos, son una herencia de las
tradiciones económicas de los pueblos prehispánicos.
Aguacate: El nombre de esta fruta originaria de
Mesoamérica proviene del Náhuatl “ahuacatl”, que significa “testículo”, se cree
que recibió este nombre debido al parentesco entre las gónadas masculinas y el
fruto.
Chicle: La popular goma de mascar azucarada tiene sus
orígenes en la Mesoamérica prehispánica. Los aztecas y mayas fueron pioneros en
utilizar la goma de mascar y en explotar sus propiedades; el término proviene
del Náhuatl “tzictli”, nombre que recibía la savia del Manikara zapota, un
árbol originario de Mesoamérica y del cual originalmente se obtenía la goma.
Molcajete: Este instrumento gastronómico proviene de la
conjunción de dos vocablos del Náhuatl: “molli”, que significa “salsa”; y
“caxitl”, que quiere decir “cajete” o “vasija”. “Mollicaxtli” se traduciría
como “cajete para salsa”.
Mapache: El nombre de estos mamíferos, caracterizados
por sumergir sus alimentos en el agua como si los lavaran, proviene del Náhuatl
“mapach”, que significa “que tiene manos”, lo cual hace referencia a su
habilidad para sujetar objetos con sus garras.
Atole: Esta bebida tradicional a base de maíz obtiene
su nombre del Náhuatl “atolli”, que significa “aguado” y que a su vez proviene
de “atl”, cuyo significado es agua.
Huarache: El nombre de esta prenda proviene del Tarasco
“Kuarache” o “kwarachi”, nombre con el que el pueblo Purépecha llama a las
sandalias que manufacturan y usan.
Cacomixtle: Este pariente nocturno y cercano del
mapache obtiene su nombre de los vocablos Náhuatl “tlaco”, que significa
“medio” o “mitad”; y de “miztli”, quiere
decir “felino mayor” o “puma”.
Papalote: Las cometas en México reciben su nombre del
Nahuatl “Papalotl”, que significa “mariposa” y que hace referencia a la
capacidad de volar de este artefacto.
22/02/2019 No. 039
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