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Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
CIUDAD DE MEXICO, Estados Unidos Mexicanos, 11 de julio de 2022.- Con descendencia Otomí, Mexica y Tolteca nació en San Pedro Tultepec, Lerma, Estado de México. Ahí aprendió de los ancianos las costumbres ancestrales, su lengua, el amor y la importancia del agua, de la tierra, la fauna, la flora, del copal, de los rituales a la naturaleza, así como la indignación de que el Centro Ceremonial Otomí, construido para que ellos realicen ahí sus ceremonias sagradas, “aún no se ha entregado a las autoridades tradicionales otomíes, y sigue bajo la administración del gobierno del Estado de México y la CONADE, y a nosotros, los legítimos dueños, hasta nos cobran por entrar”.
Mindahi Bastida Muñoz, representante
de Pueblos Originarios a nivel mundial del Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), donde desde hace décadas es consultor internacional,
cargo que también ostenta en la UNESCO y en la ONU, organismo internacionales
desde donde lucha para que a los nativos naturales les sean retribuidas las
tierras y tradiciones que por herencia ancestral les corresponde, vive entre
Nueva York y Lerma, “pero mi corazón otomí aquí está; estoy muy comprometido
con la región del Valle de Toluca que me vio nacer”, afirma al ser entrevistado
en exclusiva por RM.
“Para nosotros, los otomíes, el Xinantécatl o
Volcán del Nevado de Toluca al igual que el Cerro Catedral, entre los que se
ubica el Centro Ceremonial Otomí, es un ser viviente ancestral de lo que fuera
un paisaje lacustre sagrado, donde corría el río y la antigua laguna de Lerma,
que en la actualidad, está contaminado”.
Explica que en 1980 se inauguró el
Centro Ceremonial Otomí, para que el pueblo de esa etnia realizara ahí sus
ceremonias ancestrales.
Se construyó en el municipio de
Temoaya, estado de México, emulando los centros otomíes ancestrales, bajo el
diseño y arquitectura del arquitecto Iker Larrauri.
La obra fue autorizada y apoyada por
el expresidente José López Portillo y el exgobernador del estado de México,
Jorge Jiménez Cantú.
Ahí, los otomíes, cada 18 de marzo
celebran la Ceremonia del Quinto Sol y el primer domingo de cada mes realizan
un ritual para invocar a los cuatro puntos cardinales del universo.
“El Centro Ceremonial Otomí, de un
poco más de 45 hectáreas fue construido para los otomíes en la parte más alta
de la región, por lo que exigimos que los gobiernos federal, estatal y
municipal lo entreguen al pueblo, porque ahora cobran una cuota incluso a los
sacerdotes y líderes”, afirma Mindahi Bastida.
“En pasadas administraciones nos
dejaban pasar con la gente que íbamos, pero ahora nos cobran la entrada y eso
es un abuso, porque el Centro Ceremonial Otomí nos pertenece”, agrega al citar
que las autoridades lucran con este lugar sagrado.
Lo han rentado para hacer películas de
James Bond, Licence to Kill y el vídeo musical "Limbo" del
cantautor puertorriqueño Daddy Yankee, así como para el entrenamiento de
atletas de alto rendimiento.
“Aun así lo llaman un elefante blanco,
pero para los indígenas es sagrado, porque está a las faldas de las montañas
del Cerro Catedral, donde se realizaban las costumbres de educar a los jóvenes
iniciados en la filosofía de las artes antiguas.
“Para los otomíes es un sitio
fundamental para nuestra cultura, no sólo del centro de México, sino de toda la
cultura del país”.
Al preguntársele si es un sacerdote
otomí, Mindahi responde:
“Yo tengo la capacidad de encabezar
las ceremonias junto con otros sacerdotes como Isaac Sánchez Díaz y algunos
otros, pero ahora no se nos permite entrar, es una aberración de los gobiernos
federal, estatal y municipal.
“Este patrimonio cultural debe
entregarse al pueblo otomí, para la reactivación de la dignidad e identidad de
la población otomí”, insiste.
En México existen 68 pueblos indígenas
con una población superior a los 11 millones de habitantes, de los cuales más
de un millón son otomíes asentados en el Centro del país: Veracruz, Puebla,
Hidalgo, Querétaro, Tlaxcala, San Luis Potosí, Guanajuato, Estado de México y
Michoacán.
El Valle del Mezquital en Hidalgo, es
uno de los bastiones más fuertes, y en el Valle de Toluca, todo Temoaya,
afirma.
Todos estos pueblos otomíes, agrega,
deben celebrar sus ceremonias ancestrales en el Centro Ceremonial Otomí de
Temoaya sin que se les cobre un centavo, insiste.
“Ellos son los dueños ancestrales y
deben hacerse cargo de ese patrimonio cultural”, sostiene Mindahi Bastida,
quien además es director del Programa de
Naciones Originarias de la Fuente, y Coordinador General del Consejo Regional
Otomí-Tolteca de México, velador de la filosofía y tradiciones de los pueblos
otomí-toltecas y Oficial de Ceremonias Rituales Otomí-Toltecas desde 1988
y consultor de la UNESCO en temas de
Sitios Sagrados y Bioculturales.
Mindahi recuerda que en los años 80
los abuelos otomís lo llamaron y le enseñaron a hacer la ceremonia.
“En 1986 junto con otro líder juvenil
otomí empezamos a estudiar y practicar las ceremonias. En 1990 ya éramos
capaces de celebrarla”, asegura.
Detalla que hay diferentes tipos de
ceremonias, “pero las que nosotros hacemos son para la identidad otomí en
relación con la naturaleza, los cuatro rumbos cósmicos, el padre cielo, la
madre tierra y el corazón de la humanidad, que representan las siete direcciones.
“Creemos que los principios antiguos
se han desvirtuados. Debemos regresar
al origen de los principios de cómo vivir en armonía con la naturaleza, con la
madre tierra.
“En las ceremonias nos vestimos de
blanco, principalmente, pero hay otras en las que su utilizan otros colores.
“Los hombres llevan un pantalón blanco
con bordados a los lados, las mujeres usan un reboso, falda negra, con blusas
muy coloridas, los colores dependen de la región.
“Las ceremonias se inician encendiendo
copal, para que con su humo y olor nos conecte con el cielo”.
El copal, explica, es una esencia
sagrada.
“Tiene la virtud de limpiar las malas
energías, el cuerpo, que enferma de alguna infección, algún mal.
“Cuando hablamos de ‘limpiar’ nos
referimos a energía de malos pensamientos o porque alguien te mando malas
intenciones o los mandas. Entonces la
energía se mancha y es necesario limpiarse.
“Por ejemplo, el mal de ojo existe,
pero la mayoría de los doctores lo descartan, pero otros, muchos, ya lo
reconocen.
“Lo naturista, la medicina ancestral
con la que siempre vivimos tiene sus virtudes, como la actual, que está hecha
de plantas, minerales, agua, aunque no toda el agua es igual, hay algunas que
son medicinales, que viene de donde brotan manantiales y ojos de agua puros.
“Hay agua de mar que también es
medicinal.
“Actualmente se utiliza mucho más el
agua de mar, antes no le hacían caso por salada, pero ahora la usan para
limpiar fosas nasales, vías respiratorias o simplemente tomarla y limpiarte
energéticamente.
“Por supuesto, advierte, que esta debe
ser tomada en lugares alejados, para evitar la contaminación provocada por el
hombre.
“El agua se mueve y se limpia a sí
misma, como la lluvia baña las ciudades, los bosques, las calles.
“Sin el agua no se puede vivir. No es un recurso.
“De acuerdo con nuestra filosofía
ancestral es un elemento sagrado de la vida y es a lo que llamamos a los
gobiernos, a la sociedad civil a ver el agua como un elemento sagrado de la
vida.
“Esto es lo que se pide en las
ceremonias:
“Que se nos de agua; se lo pedimos a
las entidades, a las deidades, al Gran Espíritu que es Dios, le pedimos que por
favor no, nos deje sin agua ¿Qué sería de nosotros sin ese elemento?
“Las ceremonias rituales son para eso,
para entrar en contacto con el misterio de la vida y esas entidades que nos
ayudan a continuarla dignamente”, dijo tras insistir que por eso debe
entregarse el Centro Ceremonial Otomí a sus legítimos dueños y que se deje de
lucrar con un lugar sagrado para la tierra.
eab_elya@yahoo.com.mx reportajesmetropolitanos@gmail.com
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